CONFLICTOS EN EL AULA Y CÓMO RESOLVERLOS
Una de
estas situaciones puede ser la de la llegada de un nuevo estudiante al aula que
procede de otra cultura. Algunos alumnos pueden rechazarlo y hacer que su integración
en la clase resulte muy difícil e incluso traumática. ¿Qué podemos hacer? Plantear
una actividad en la que tengan que trabajar con los estereotipos e incluir algunos
de la cultura mayoritaria y otros de otras culturas diferentes, entre las que
se encuentre la del alumno recién llegado. De esta manera se desmitifica la
idea de que “el extranjero es un extraño”. De esta manera se podrá conocer
mejor su cultura y, a la vez, romper la barreras del desconocimiento. Podremos,
también, hacer ver a los estudiantes que vivimos en un mundo globalizado en el
que nuestras similitudes son mayores que nuestras diferencias y que conocer
otras culturas resulta vital no solo para ampliar sus horizontes, sino para
poder conocer mejor la cultura propia. Al fin y al cabo, todos somos persona, más allá de lo que nuestro documento de identidad refleje.
Un aula
no deja de ser un microcosmos en el que múltiples individuos se ven obligados
a convivir y a los que se les supone la capacidad de respetar al otro, de hacer
sentir integrado al recién llegado, una actitud positiva ante los desafíos y el
interés por descubrir sobre lo desconocido. Pero, cada individuo parte de unas
circunstancias vitales y personales específicas, y, con gran frecuencia, se producen
choques entre unos y otros, ya que no todos vemos las cosas de la misma manera ni
compartimos los mismos valores e ideas.
Por
esta razón, no será raro que a lo largo de nuestra labor docente tengamos que
hacer frente a diferentes situaciones conflictivas o desagradables en el aula,
tanto por parte de los estudiantes entre ellos, como hacia nosotros mismos por representar
esa figura de autoridad contra la que muchas veces buscan rebelarse.
Otra
situación puede ser que hayan dejado a uno de los alumnos de lado y que este no
consiga formar parte de la clase y sentirse acogido, con independencia del
motivo. Se pueden incluir aquí comportamientos de acoso hacia ese alumno o
actitudes que le hagan pensar que “merece el desprecio que está recibiendo”. A
través de actividades que refuercen la autoestima y el conocimiento de uno mismo
y del otro se puede tratar de revertir esta situación. Por ejemplo, juegos de
rol o dramatizaciones en la que se reflejen situaciones que el profesor ha
advertido en el aula y que los alumnos han de trabajar hasta llegar a su
resolución, de manera que ellos puedan ser conscientes de las consecuencias de
sus actos y de cómo algo tan pequeño como una palabra puede afectar tanto a las
personas.
También
es posible que uno de nuestros alumnos provenga de una situación familiar y
social desfavorable y que esto provoque que su comportamiento no sea el
adecuado. En lugar de estigmatizarlo y dejarlo por imposible, algo no tan
infrecuente como cabría esperar, será necesario trabajar codo con codo con la familia
para tratar de ayudarles en la medida de lo posible. De hacerles ver que la
educación de su hijo es algo muy necesario y que necesitan ser partícipes
activos de este proceso para su correcto desarrollo como individuo social. De
este modo, si su entorno social mejora, su comportamiento en el centro también
lo hará.
Sé que
es muy fácil decirlo aquí y que la vida real no es siempre blanco o negro.
Viviremos multitud de situaciones y en ocasiones conseguiremos nuestro
objetivo, en otras muchas nos equivocaremos. Pero aprenderemos y trataremos de
tener siempre en mente el bienestar de todos y cada uno de nuestros alumnos.
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