¿INVESTIGACIÓN? ¿EN EDUCACIÓN? ¿ESO QUÉ ES?
Cuando escuchamos la palabra “investigación”
automáticamente nuestro cerebro nos lleva a pensar en ciencias. En las de los
números y los bichos: investigación sobre el cáncer de mama, investigación en genética,
investigación sobre el impacto de las emisiones de gases de efecto invernadero…
Y así un largo etcétera. Pero nadie piensa que, en las ciencias sociales, en
las de letras, la investigación también existe. Y es muy necesaria (aunque para
los políticos de turno esto sea irrelevante y los fondos destinados a ella sean
irrisorios).
Por mi formación conozco y he
trabajado en la investigación lingüística. Que para alguien ajeno a este campo puede
resultar innecesaria, pero para mí es fundamental y un campo de trabajo al que,
desde luego, no le digo no.
En cuanto a la investigación en educación
estoy algo más verde. Conozco grandes estudios y publicaciones en las que se
recogen los últimos cambios que se han producido en los sistemas, enfoques y
metodologías. Por ejemplo, la evolución desde el enfoque tradicional en la enseñanza
de segundas lenguas al enfoque comunicativo basado en el aprendizaje por
proyectos o el establecimiento de diferentes niveles de dominio gracias al
Marco Común Europeo de Referencia del 2001.
Si me diesen la oportunidad ahora
mismo de investigar en alguna disciplina relativa a la docencia, creo que me
centraría en trabajar e incentivar la motivación en los alumnos.


Otra manera en la que creo que
puede motivarse a los alumnos es a través de la propia motivación de los
profesores. Con frecuencia, como ya mencioné anteriormente, se culpa a los
alumnos de todos los males del sistema educativo, y esto no siempre es
acertado. Estos, como seres sociales que son, responden ante estímulos. Si su
profesor se preocupa por la clase, sabe cómo transmitir su disciplina, dedica
su tiempo a lo que hace y se implica con los alumnos, estos responderán de la
misma manera. ¿Por quedar bien? ¿Por respeto? ¿Por demostrar que valoran el
trabajo que está desempeñando? Quien sabe. Porque querrán parecerse a ese
docente, o, quizá, reconocerán los beneficios que pueden extraer de su
enseñanza de cara a su vida personal. Os dejo por aquí un artículo que recoge
esta idea y que me parece interesante en este punto del curso en el que
estamos.
Por último, resultaría
interesante y muy necesario investigar sobre las dinámicas y los planteamientos
educativos que se llevan a cabo en el aula. Una clase al más puro estilo
tradicional “profesor autómata con verborrea sobre un tema determinado” vs. “estudiantes
escultura que copian, retienen y escupen en el examen” es imposible que resulte
atractiva para los jóvenes especialmente. Enfoques recientes como el
aprendizaje cooperativo o el aprendizaje por proyectos rompen con ese estilo de
enseñanza anquilosado y permiten al alumno HACER COSAS y no solo APRENDER SOBRE
COSAS. Con ello, estos se sienten partícipes de cambios reales, son protagonistas
de su propio aprendizaje y esto les motiva a mejorar, a querer aprender, a
desarrollar sus inquietudes y a trabajar sus destrezas de cara a mejorar sus
habilidades y capacidades.
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