El libro gordo de Petete, digo... El libro blanco de la educación
¡Una
sólida cultura
es la herencia más segura!
En
El libro blanco de le educación encontramos una serie de propuestas e
iniciativas que busca generar un debate en torno a cómo podemos mejorar nuestro
sistema educativo. Con gran fundamentación teórica y partiendo de un amplio
número de publicaciones, los autores tratan de recoger diferentes postulados
que se han ido haciendo a lo largo y ancho del mundo para elevar la
profesionalidad del docente y, al mismo tiempo, desarrollar un sistema educativo
más eficaz y efectivo.
Considero
que es un libro que llegó a nuestra sociedad en el momento adecuado. Sobre todo,
si tenemos en cuenta ese gusto español por modificar las leyes educativas cada
4 u 8 años con la misma facilidad con la que se modifica la dirección de las
calles en función de uno u otro interés político. 
Considero que lo más atractivo de este libro es que está escrito por personas que trabajan dentro del sistema educativo (José Antonio Marina Torres es filósofo y catedrático de Filosofía de Enseñanza Secundaria. Profesor de Teoría de la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid, Carmen Pellicer Iborra es Teóloga, pedagoga y escritora y Jesús Manso Ayuso trabaja en la Didáctica y la organización escolar en el Departamento de Didáctica y Teoría de la Educación de la Universidad Autónoma. Luego, saben de lo que hablan y conviven día a día con los problemas que plantean, en lugar de hablar sobre ellos desde un despacho cualquiera alejado de los estudiantes.
Considero que lo más atractivo de este libro es que está escrito por personas que trabajan dentro del sistema educativo (José Antonio Marina Torres es filósofo y catedrático de Filosofía de Enseñanza Secundaria. Profesor de Teoría de la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid, Carmen Pellicer Iborra es Teóloga, pedagoga y escritora y Jesús Manso Ayuso trabaja en la Didáctica y la organización escolar en el Departamento de Didáctica y Teoría de la Educación de la Universidad Autónoma. Luego, saben de lo que hablan y conviven día a día con los problemas que plantean, en lugar de hablar sobre ellos desde un despacho cualquiera alejado de los estudiantes.
Otro aspecto positivo de este texto es que busca ser relevante no
solo con los docentes que pueden extraer de él recursos para el desempeño de su
profesión, sino para padres, políticos, alumnos o para cualquier persona que
tenga interés en cómo se educa en su país y qué podemos hacer para mejorar.
Esto lo consigue gracias a un estilo sencillo y claro, alejado de tecnicismos y
de explicaciones complejas. Acercando la educación “a la calle”.
Entre las ideas que plantean destacan:
- Que la escuela sea inclusiva para impulsar
el talento de los alumnos y expansiva porque debe interactuar con su entorno.
 - Romper con el aislamiento del docente
con el fin de establecer una educación cooperativa y más apegada a la realidad
social.
 - La creación de un Consejo Pedagógico
de Estado en el que se encuentren los conocimientos teóricos de la universidad
y los que emergen de la práctica educativa efectiva.
 - Aumentar el prestigio social de los
docentes y fomentar el acceso de los más capacitados a la profesión de la docencia.
 - Que la formación del profesorado sea
posterior a la selección mediante oposiciones como ocurre en la actualidad.
 - La implantación de un “MIR para
profesores”.
 - La reducción de los interinos en los
centros y una apuesta por la estabilidad geográfica de los profesores.
 - Modificar el tipo de evaluaciones que
se llevan a cabo a los docentes, que en España son escasas e ineficaces.
 - La inclusión de nuevos perfiles
docentes a las aulas como educadores sociales, bibliotecarios escolares o expertos
en medios digitales aplicados a la escuela.
 
Comparto la opinión de
los autores respecto a creación de lo que ellos denominan PACTO SOCIAL POR LA
EDUCACIÓN. Ha quedado claro que en España, llegar a un pacto, en general, es
una tarea ardua y frecuentemente estéril. Y no hablemos de pactos de estado,
imposibles. Por lo que es necesario que la sociedad en su conjunto se plantee
qué papel juega la educación y cómo debemos afrontar los desafíos a los que se
enfrentan nuestros profesores de cara a las futuras generaciones. Solo así se
podrá llegar a una verdadera revolución del sistema educativo.
Otra de las medidas que resulta
interesante es la revisión del acceso a los estudios de formación del
profesorado y su posterior entrada en el sistema educativo. Revisar los criterios
de admisión para carreras con perfil educativo ayudaría a conseguir que aquellos
con mayor disposición y mejores cualidades para la docencia llegasen a las aulas.
En relación con esto, la implantación de un MIR, o período de docencia “en
pruebas” me resulta una idea interesante siempre y cuando se plantee de la
manera adecuada.y no se considere una extensión al estilo de unas prácticas
extracurriculares para aquellos docentes que hayan aprobado su oposición.
Y tampoco estoy de acuerdo con la reducción radical del número de
interinos en el sistema público educativo, sobre todo en las primeras etapas de
estos profesionales como docentes. Considero que un profesor interino recién
llegado a la función docente puede aprender del hecho de conocer diferentes entornos
y de trabajar codo con codo con docentes con una dilatada carrera. Similar a lo
que ocurriría con ese hipotético MIR. Además, generalmente, estos profesionales
suelen dedicarse en cuerpo y alma a su labor como docentes y tratan de
incentivas a los alumnos, puesto que “están recién salidos de la universidad” y
quieren comerse el mundo. Ser los mejores y tener un impacto positivo en sus
alumnos, algo que con frecuencia los docentes con una larga trayectoria dentro
de un centro suelen olvidar por la comodidad de saberse a salvo en su plaza.
Por ir terminando por hoy, os dejo una pequeña reflexión que me ha surgido mientras escribía estas líneas. Tenemos que empezar a olvidarnos de que un docente no es sinónimo de Wikipedia. No debe ser un mero canal a través del cual los estudiantes reciban conocimientos sobre una determinada asignatura. Un profesor que se precie debe ser persona, debe saber cómo funciona la inteligencia y cómo esta se manifiesta de múltiples maneras en cada uno de nosotros. Debe organizar el aprendizaje de sus alumnos a la vez que lo gestiona, adaptándolo a cada uno de ellos. Debe saber cómo trabajar en equipo, pero, lo más primordial, debe querer hacerlo. Debe aspirar a la excelencia de sus estudiantes no guiándose únicamente por los resultados académicos, sino por su desarrollo como individuos. Debe ser docente y sentirse docente, sin dejar nunca de ser estudiante.


Me ha encantado esta entrada. Estoy totalmente de acuerdo contigo en la necesidad de un pacto social cuando antes sobre la educación. Además me parece muy interesante la reflexión que has hecho sobre el Libro blanco de la profesión docente.
ResponderEliminar